CASO #24 Fantástico Mr. Fox. Entre la fidelidad a la obra y el sello personal


Por mucho que pasen los años y las décadas nada puede impedir que nos sigamos pareciendo a nuestros antepasados en nuestra forma de ser: en nuestras prioridades, metas o sentimientos. Lo vemos palpablemente en muchas ocasiones en las adaptaciones de libros antiguos a películas. Por ejemplo hace unos meses nuevamente fue adaptada la novela de Jane Eyre muy personalmente por Cary Fukunaga pero sin romper con la obra original (las dos claves necesarias para que tanto el libro como la película pueden ser obras de arte). Pero como todavía no he podido ver esta película no puedo decir nada de ella.


Quiero ahora hablar de la adaptación de cuento Superzorro de Roald Dahl. El hombre que se atrevió a hacer la película, por eso de que los hombres seguimos siendo sustancialmente como nuestros antepasados, fue el atípico Wes Anderson. Y también por eso de que queremos ser especiales se retocó el título y le puso Fantástic Mr. Fox. En España también somos así y le llamamos Fantástico Sr. Fox: ¿Por qué no tradujeron también Fox? Pero volcamos a lo que nos interesa.


Anderson arriesga y se introduce en el mundo de la animación y más allá aún: el mundo del stop motion, y lo cierto es que acierta de lleno. Tim Burton y su Fábrica de Chocolate es una adaptación de otro relato de Roald Dahl pero optó por la imagen real perdiendo mucho en genialidad y detallismo que le hubiera ofrecido el formato animado. Y, es que hay que reconocerlo, está de moda el stop motion (Burton ya se ha apuntado con el remake de su primer corto: Frankenweenie). Los dibujos de animales nos introducen en un mundo totalmente nuevo si aceptamos el pacto de lectura de Anderson pero también logra mantenernos en conexión constante con la realidad por el detallismo de las marionetas reales que usa para grabar. Una combinación perfecta con un estilo muy personal del director: alcantarillas, granjas, árboles-casa, madrigueras, unos granjeros que en su estereotipación física se deja entrever ya la maldad de cada uno y muchos animales son el universo creado por Anderson y Noah Baumbach (coguionista con Anderson). Braumbach con la habilidad necesaria para cumplir las dos claves necesarias para hacer de una adaptación obra personal nos cuenta la historia en capítulos, que en nada hace que la historia pierda fuelle, y crea unos personajes con conflictos universales y fáciles de retrotraer a nuestra vida. Ahí está el Mr. Increible que todos llevamos dentro incapaz de olvidar su vida pasada lo que le supone arrastrar a toda la familia a la perdición por su inmadurez, el hijo del zorro con más talentos y acomplejado pero con unas ganas irrefrenables de mostrar sus capacidades, la madre sensata. Un cuadro que nos recuerda directamente a la historia creada por Brad Bird (Los Increibles, 2004 y Misión Imposible IV, 2011: ¡Cómo cambian las cosas!) y la de Peter Lord, Nick Park (Chicken Run, evasión en la granja, 2000).


Mención especial y premio para Alexandre Desplat por su banda sonora que consigue el tono de la película entre gamberra y con temas que recuerdan a la música de unas décadas atrás. Como dice @BarMendez: Es música en stop motion, una orquesta rústica, minimalista y muy lograda. ¡Es Morricone tocado por marionetas!

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