Mascadito o de degustación propia. El montaje transparente o el montaje protagonista

Carnage (Un dios salvaje, Roman Polanski) es una adpatación de una obra de teatro con un solo escenario.  Eso no quita que el uso del plano en profundidad, la puesta en escena de los actores y la colocación de la cámara no sean protagonistas.

¡Que no se note! ¡Que no se vea! ¡Que nadie se de cuenta! parecen gritar los que prefieren un montaje de los planos transparente. Se creen que los espectadores son tontos. Acaso la literatura más importante y renovadora no ha tomado como estandarte un perfeccionamiento del lenguaje, un lenguaje que se basa en la creación y no en un acumulo de reglas estandarizadas y convencionales. Parecen que tienen un trauma ya que aspiran a que los cambios de plano no se vean y para ello en muchas ocasiones recurren a un exceso de  planos (por ejemplo el uso del plano-contraplano en una conversación). ¡Poner al espectador en una posición ideal y privilegiada! gritan. Me vienen a la cabeza las secuencias de acción de la saga Bourne de Paul Greengrass.

Decía Andre Bazin acerca del montaje que consistía en la "creación de sentido que las imágenes no contienen objetivamente y que procede únicamente de sus mutuas relaciones". Una premisa muy clara y contundente. Creación de sentido. Por lo tanto creación. En este sentido todo aquel que piense que el cine puede ser objetivo está totalmente equivocado, al menos según Bazin. El montaje es subjetivo incluso en el cine documental e incluso en el más realista. El cine es una mirada personal del director a la realidad. Además puede considerarse el montaje más allá de la mera unión de planos. El montaje llega a la creación de una historia y de unos personajes. Érase el cine de ficción.

Dancer in the dark (Bailar en la oscuridad, Lars von Trier) combina el realismo de la puesta en escena con el intercalado de musicales. Un montaje de planos "irregular" y una cámara al hombro transmite la inseguridad de la protagonista: el guión aclara lo que dicen las imágenes

Más lejos aún se puede llegar si pensamos que el montaje lleva implícito un lenguaje personal, subjetivo. Como en la literatura, en la que se cuenta una historia, el cine tiene un lenguaje con el que se expresa. En este caso a través de las cámaras, planos y perspectivas. Y he aquí la cuestión fundamental. ¿Debe ser protagonista o transparente e invisible el lenguaje del montaje? Y por consiguiente: ¿es más importante el qué se cuenta en la historia o más bien el cómo se cuenta la historia? Dicen los que saben, yo no sé, que lo más grande de la literatura está en la poesía y por tanto también en la novela en la que el lenguaje tiene un papel fundamental.

El uso de un lenguaje transparente en mucho de lo que existe en el cine se escusa en que favorece la comprensión de la historia. Es cierto. Pero para contar una historia no hace falta recurrir al cine. Lo protagonista y esencial del cine es la imagen y el sonido (el gran olvidado en muchas películas) y no tanto el guión. Para ser más optimistas: el guión llegará a ser perfecto si se muestra en las imágenes y el sonido. El guión aclara lo que ya dicen las imágenes. En esto consiste poner por encima del qué se cuenta el cómo se cuenta una historia. La animación puede ser el mejor lugar para llevar a la práctica esta máxima ya que se parte de cero para crear un sentido. Un ejemplo: los cortos de Malcolm Sutherlang


El montaje protagonista es por el contrario revelador y artístico. Pedir al espectador que tome la iniciativa en el descubrimiento del significado es arriesgado pero enriquecedor.

Un poco espeso pero lo más interesante es lo que pensáis vosotros sobre el asunto. Seguimos en Twitter

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