Todo el mundo se ha interesado en los premios de La Academia (todavía hay quienes piensan que no hay más Academias en el mundo), ha hablado de los ganadores, de The Artist, del cine mudo, de la incursión del cine francés (que goza de muy buena salud a demás del caso de The Artist) en Hollywood. Y como todo el mundo ya sabe de todas estas cosas no voy a decir más. Pero voy a hablar de unos premios que normalmente pasan desapercibidos: los Oscar a mejor cortometraje de animación.
Dimanche (Patrick Doyon), A morning Stroll (Grant Orchard), La Luna (Enrico Casarosa), Wild Life (Wendy Tilby, Amanda Forbis) y The fantastic flying books of Mr. Morris Lessmore (William Joyce, Brandon Oldenburg) fueron los candidatos al premio. Ganó el último y gracias a las redes sociales y a que tres de ellos se pueden ver online en YouTube se corrió la voz y bastante gente los pudo disfrutar.
Dimange y Wild Life son creaciones de la National Film Board of Canada. Dos propuestas totalmente diferentes visualmente y ambas muy particulares.
DIMANCHE: cualquier muerte es desoladora un domingo en familia.
En Dimanche cualquier tipo de espacio en el que se sitúan los personajes es relativo. Importa más el encuadre y su composición interior que crear una sensación de realismo propio de películas de animación que encontramos en el cine (alguna excepción podrían ser las recientes Chico y Rita o Arrugas). No hay dibujo 3D y el parecido de las figuras con su representación en la realidad es pura casualidad a veces: desde el minúsculo tamaño de los pies a las arriesgadas e irreales perspectivas que se dan: el tren que aparenta medir 6 metros de alto, por ejemplo. El cortometraje construye impresiones a través de las imagenes pues el sonido de las palabras está desfigurado. Muy bien construidos los primeros 4 minutos en donde la combinación de las imágenes que se suceden es perfecta: las hojas, los sueños del padre, el coche, el tren y los movimientos de los personajes están medidos al milímetro.
WILD LIFE: la solitaria vida en el Oeste.
Wild Life son cuadros pintados en movimiento. Este raro efecto es digno de admiración si el caso que se da es el de pinturas de grandes brochazos para mostrar el bello paisaje del oeste americano. Este arriesgado estilo de imágenes pintadas nos recuerdan que la pantalla tiene dos dimensiones y que el ansia porque tenga tres es paranoico en ocasiones. Se nos cuenta de modo episódico la vida de este emigrante que quiere buscar un sitio en el que vivir: un posible homenaje más al western de las primeras décadas de la historia del cine.
THE FANTASTIC FLYING OF MR. MORRIS LESSMORE: animar a la lectura a través del cine.
Un piano dulzón acompaña a toda esta historia, la de un hombre que encuentra en los libros un refugio más que una aventura de la que vivir como podría parecer en un primer momento: tras una tormenta un hombre se encuentra con unos libros voladores que le llevarán a un mundo mágico en el que los libros son la esperanza para ser felices. The fantastic flying books of Mr. Morris Lessmore es un video de propaganda para animar a la lectura en el que tan solo en cuatro momentos se puede llegar a leer alguna frase (es curioso que el libro protagonista se comunique con imágenes y no a través de letras). Al contrario que en los otros dos cortometrajes anteriores la animación está en 3D que ayuda a crear un universo fantástico; una maravilla falsa acompañada de una melodía sentimental. No estoy en contra del 3D pero sí de un uso facilón.
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