Si alguien piensa que Coca-Cola fundó el primer instituto sobre la felicidad es que no ha visto esta bella historia. Georges Lopez es el profesor de una pequeña escuela de un olvidado pueblo francés en el que viven unas pocas familias. Ser y tener (Nicolas Philibert, 2002) habla del sano orgullo de ser profesor sin rebuscados argumentos. De hecho los únicos de categoría son los otorgados por sus pequeños alumnos. ¿Quién no ha querido ser alguna vez como ese profesor que te dedicaba no solo su tiempo sino toda su pasión diaria?
Pues, aunque parezca improbable, dentro de las cuatro paredes de la escuela en la que transcurre casi al completo el documental nos acercaremos y observaremos la dedicación de Georges por sus chavales. En esas cuatro paredes y durante un año palparemos la felicidad más agradable. Esa que se encuentra detrás de una discusión entre amigos o en los deberes hechos con mamá.
La gran virtud de este documental está en cómo nos introduce primero en el pueblo y luego en el aula en donde no ocurre aparentemente nada. Llegamos como extraños a mirar y escuchar a esos inocentes y nos vamos con el cariño de los niños y la amargura que le queda al profesor tras haber pasado 6 años de la vida con esos chavales.
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