CASO: 'Mary and Max' y 'Amelie'. El gusto por lo feo. Una nueva belleza



No cabe ninguna duda de que el arte persigue la belleza. Pero yo no lo veo tan claro. Remontémonos unos años atrás en la Historia (dejémoslo en el siglo XX). Fijémonos en las vanguardias de los años 20: el arte por el arte, el dadaismo: la ruptura con todo lo que antes había sido considerado arte. Llegan los 40 y el arte desvaría en la propaganda. En los años 60-70 con la subida del tren de vida, el arte se democratiza (que palabra con tan poco significado) y los Estados Unidos exportan a Europa el Pop Art. De Europa nace la generación del 68 con una ideología izquierdista de libertades poniendo en cuestión toda norma vigente (educación, sexualidad o autoridad son algunos temas que derrumba). A la par, y volviendo al cine, surgen el maremoto de las nuevas olas: cine social, comprometido. Un cine en donde el mensaje se convierte en el centro de la obra. Sin embargo, no sería justo despreciar la labor que se desarrolló para hacer surgir una nueva estética al servicio del tono de los temas: colores grises, fotografía realista, etc. Parece que el arte se ha cansado de perseguir la belleza de la forma más clasica.

Volvamos al presente (¿Cuándo nos fuimos de él, si el pasado es la materia para construir el presente?). Aunque sea en un cine más bien minoritario (ser minoritario es tener menos público no ser raro), existe una tendencia a recalcar lo feo, lo estrambótico. Quiero fijarme en dos ejemplos recientes. El caso de Amelie (2001) de Jean-Pierre Jeunet y de Mary and Max (2009) de Adam Elliot.




Amelie es la historia de una mujer que decide echar a suertes el futuro de su felicidad marcándose como meta devolver una caja que escondió en el baño con los recuerdos de su infancia a su dueño. Solucionado con éxito este problema existencial Amelie se propone hacer feliz a la gente que le rodea. Un argumento no de lo más normal pero nada estrambólico. Sigamos con Mary and Max. Mary es una niña de Melbourne y Max un adulto residente en Nueva York. Al igual que en Amelie, el destino o el azar de una situación anodina, como estar en Correos, leer la guía telefónica de Nueva York y elegir un nombre para poder preguntarle sobre el origen de los niños, será la causa de que comience una larga amistad. Aceptamos este argumento como singular pero nada extraño.

Pero que pasa si, en el caso de Amelie, ¿tienes un padre obsesionado con los gnomos del jardín, una madre muerta por derribo y unos amigos de lo más peculiares (una estanquera hipocondríaca, el tonto empleado de la frutería, "el hombre de cristal", un pintor solitario que sólo es capaz de ver la realidad a través de un cuadro de Renoir y un novio que trabaja en una tienda pornográfica)? ¿Y en el caso de Mary and Max? Los dos son adictos al chocolate, la madre de Mary es alcohólica, el padre tiene un problema con los pájaros, su vecino es incapaz de salir de su casa por miedo. Se me olvidaba: Max tiene el síndrome de Asperger, es decir, no sabe reaccionar correctamente en ninguna relación social y se ve en la situación de  responder a las inteligentes y sugerentes preguntas de Mary.


Algo ocurre con estas películas. ¿Una nueva mirada al mundo? ¿Un gusto por lo feo, en su sentido más amplio? ¿Una tomadura de pelo? Esta último no lo creo. Nos hemos cansado de las historias estándar. De la belleza más light. Creo que la buena calidad de estas historias y su originalidad tienen un punto en común. Las dos películas tienen como principio mostrar un ejemplo de amistad, de amor por los demás, una ruta para caminar por la vida. Y este principio se sostenta en una mirada concreta que desgarra los cánones de belleza. Igualmente, el humor tiene un tono ácido, maleducado no apto para todo tipo de sensibilidades pero que consigue crear un mundo en donde la verdad queda patente. Además, coinciden ambas películas en que los protagonistas son únicos, tienen problemas para captar la realidad como la entenderíamos nosotros (pensando que somos normales), pero no son nada tontos. Todo lo contrario, saben realmente mirar la realidad y descubrirla. Habría sido complicar demasiado esta entrada pero Forrest Gump hace lo mismo: a través de un retrasado mental se nos cuenta la historia del siglo XX de EE.UU.

En fín. Argumentos raros, miradas arriesgadas pero ideas claras: Max en una de las cartas que le escribe a Mary le confiesa que ha sido su única amiga.

Eres mi mejor amiga, mi única amiga.
La vida es como una larga carretera. Algunas están bien pavimentadas.
Otras, como la mía, tienen rajaduras, cáscaras de banana y colillas de cigarro.
Tu pasarela es como la mía pero probablemente sin tantas rajaduras.
Con suerte, algún día nuestros caminos se encuentren y podamos compartir una lata de leche condensada.

Os pongo los trailers, pero por favor no los veáis enteros que os chafan la historia. Solo los pongo para que os hagáis cargo de la estética.

Más en: decine21Elséptimoarte.netunav.es (Congreso Forum centrado en la belleza)

Podéis comentar todo lo que queráis aquí, en Twitter o en Facebook (la página se llama filingaps.blogspot).

2 comentarios:

  1. Hay belleza en estas películas. No es esa belleza "light", es más profunda, consiste en la belleza de la relación humana. Yo creo que la belleza tiene siempre un carácter relacional, de un sujeto con un objeto o con otro sujeto, y que es mayor y más verdadera la belleza que surge de la relación entre dos sujetos, entre dos personas que cualquier otra. Luego en estas películas, que no tienen quizá una estética visual de perfecta armonía, hay presente una profunda belleza.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...