Antes de verla la primera motivación era conocer algo de Bergman. Cuando empecé a ver la película me quedé asombrado. A los diez minutos una escena singular. Propia del expresionismo alemán. La filmación de un sueño de gran elocuencia y dinamismo. Podría considerarse un prólogo. La escena fuera del conjunto de la película no sería más que una reliquia pero integrada en una bella historia se convierte en un magnífico resumen y anticipación de todo lo que va a ocurrir.
La película tiene otro punto fuerte: las interpretaciones. Victor Sjöström da vida (o lo que le queda de ella) a un anciano Isak Borg. "Un viejo egoista que se salva por sus modales, pero que en el fondo no engañan a nadie". Así le describe la mujer de su hijo. En su personaje abundan los silencios, los primeros planos ante los que aguanta sin inmutarse, transmitiendo con su mirada su estado interior como pocos saben hacerlo. Su mujer, en uno de los sueños-recuerdos, lo describirá hacia el final de esta manera: "Aún sabiendo tantas cosas no sabes nada de la vida".
Bergman siempre fue un gran pensador y en cada una de sus películas dejaba el rastro de su pensamiento. Bergman buscaba sin cesar en sus películas el sentido de la vida. Por ello, no es de extrañar que aparezcan temas tan recurrentes como la importancia de la infancia, el matrimonio, las envidias o la existencia de Dios. En una discusión entre dos de los compañeros, Isak les responde con un poema expléndido:
¿Dónde está el amigo que buscas por todas partes?
Al hacerse de día, mi ansia también crece.
Cuando se acaba el día aún no le he encontrado
Aunque el corazón me queme, veo sus huellas en toda la fuerza que se revela
En el aroma de una flor y en una espina que se inclina
En el suspiro que exhalo, en el aire que respiro está el amor
Oigo su voz en la brisa de verano
No hay comentarios:
Publicar un comentario