Ella, tímida, inclinaba
la cabeza
Para que él se
acercase.
Pero a él le faltaba el
valor
Ella dio media vuelta y
se alejó
Leu Yee-Chang
Dos parejas se mudan a una
pequeña comunidad instalada en el Hong Kong de los años 60. Diferentes circunstancias hacen que el marido de una de las parejas y la mujer de la otra
tengan que estar continuamente de viaje lo que supone que los otros dos cónyuges,
Ms. Chang y Chow Mo-wan,
tengan que encontrarse asiduamente. Inevitablemente empieza a surgir entre
ellos una relación que supera la curiosidad como vecinos. Las situaciones de
ayuda mutua, de comprensión, de compartir sus soledades les supone que arda en
ellos el amor como si de un fuego lento pero que se extiende en todas
direcciones. A partir de aquí Wong Kar Wai nos irá desvelando el éspiritu del
que estamos hechos y su capacidad para enamorarse de una forma sutil y
elegante, muy elegante. ¿Hasta dónde serán capaces de llegar en su pasión? ¿A qué
razones se atendrán y sacarán las fuerzas necesarias para mantenerse fieles a su compromiso?
Hablar
de In the mood for love (premiada en Cannes en el 2008) es hablar de sufrimiento, de soledad, de desesperanza
pero también de amar, que para Wong Kar Wai da sentido a todo lo demás. En
España el título de la película se tradujo como ‘deseando amar’ pero el título
original en inglés es mucho más sugerente e incluso nos acerca más al asunto
central de la historia. Diría algo así como en “el estado de ánimo propicio
para amar”. Todo cambia así respecto a un deseo de amor imposible, prohibido o
inmoral que evoca el título en español.
Compuesta como retazos de recuerdos, la
película llega a tal cota de calidad cinematográfica que sobran las palabras y bastan
la música y los intérpretes para cargar con el peso emocional. El espectador
juzgará cuál es el sentido de cada mirada, cada encuentro, cada gesto de la
pareja que se ve arrastrada a enamorarse. En un momento uno de los
protagonistas se pregunta cómo empezó todo. El mismo se responde: “Los
sentimientos surgen sin que uno se dé cuenta. Pensé que los controlaba”. Esta afirmación dice mucho del título en inglés: in the mood for love. La película no se centra explícitamente en
la infidelidad de los otros dos cónyuges. Más bien, y más acertadamente, centra
su historia en aquellos que sufren la desgracia y se ven sometidos al problema
de la soledad. Wong Kar Wai les hace elegir qué camino tomar y hace crecer en
ellos la duda sobre la infidelidad y la posible infelicidad que acarreará sus
decisiones.
Como he dicho
antes el peso central, lo que realmente sorprende de esta obra de Wong Kar Wai
es la habilidad para narrar con las imágenes y música que evocan todo lo necesario para hacer del cine una poesía. No está de más decir que gran mérito
se encuentra en sus dos directores de fotografía Christopher Doyle y Pung-Leung
Kwan. Yo creo sinceramente que si la historia de una película la puedes contar
en un libro es que no hacía falta la película. ¿Qué tiene de específico el cine
para que se diferencie de las novelas? El cine se asemeja más con la poesía
porque juega con las imágenes. Podría hacerse el juego de palabras de emotionpictures. Deseando amar nos muestra, más que cuenta, un romance. Se hace
más patente esto si pensamos en la película como si fuese un recuerdo en donde
los hechos quedan difuminados por la nostalgia. Algo parecido ocurre en El árbol de la vida. En este tipo de
cine importa más la forma que el contenido. Aún más: la forma es el contenido.
En un libro, en un relato, la forma solo se consigue con el tipo de frases, de
vocabulario… en el cine es gracias a las imágenes, en cómo está filmado,
coloreada la imagen, las interpretaciones: en todo. De hecho el director, que
también es el guionista, partió de una historia vaga de un romance pero fue según
filmó de donde surgió la historia: la que mejor encajaba con lo que veía que
podían dar sus interpretes. El guion no fue un peso que se arrastró a lo largo del rodaje.
¿Y cómo se ve esta poesía en la película? Los sentimientos, todo lo que ocurre en el mundo interior de los protagonistas y que no se atreven a decir ni ellos ni el propio Wong Kar Wai directamente se nos insinúa con los espacios y con los cuerpos. La historia se desarrolla en espacios pequeños (una cocina, una habitación, un pasillo, una oficina...) lo que puede evocar la sensación de falta de respiración, de libertad, de opresión. Además, todo esto crea un estado de ánimo en el espectador que nos sugestiona, nos guía a una postura para entender la historia. A las escenas acudimos como unos espectadores, como unos curiosos entre los demás vecinos, gracias a que las imágenes están rodadas con objetos de por medio y nosotros detrás siempre. Las secuencias a cámara lenta, casi siempre en las mismas situaciones que se repiten como el estribillo de una canción, las largas miradas, los insufribles silencios, las descripciones sosegadas de los cuerpos de los dos amantes crean un clima, una atmósfera poética que solo se rompe al final que resulta como un soplo de aire fresco (y que crea otro estado de ánimo para afrontar otra etapa de la historia).
Podéis ver más imágenes del rodaje en Facebook.
¿Y cómo se ve esta poesía en la película? Los sentimientos, todo lo que ocurre en el mundo interior de los protagonistas y que no se atreven a decir ni ellos ni el propio Wong Kar Wai directamente se nos insinúa con los espacios y con los cuerpos. La historia se desarrolla en espacios pequeños (una cocina, una habitación, un pasillo, una oficina...) lo que puede evocar la sensación de falta de respiración, de libertad, de opresión. Además, todo esto crea un estado de ánimo en el espectador que nos sugestiona, nos guía a una postura para entender la historia. A las escenas acudimos como unos espectadores, como unos curiosos entre los demás vecinos, gracias a que las imágenes están rodadas con objetos de por medio y nosotros detrás siempre. Las secuencias a cámara lenta, casi siempre en las mismas situaciones que se repiten como el estribillo de una canción, las largas miradas, los insufribles silencios, las descripciones sosegadas de los cuerpos de los dos amantes crean un clima, una atmósfera poética que solo se rompe al final que resulta como un soplo de aire fresco (y que crea otro estado de ánimo para afrontar otra etapa de la historia).
Podéis ver más imágenes del rodaje en Facebook.
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