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En el año 1997 Michael Haneke estrenó uno de sus filmes más conocidos Funny Games (que diez años reharía en el mismo en Hollywood copiándose plano por plano). Con esta película dejaría claro al público su interés en retratar la violencia. A lo largo de su carrera con La pianista (2001) o Escondido (2005) se reafimaría en esta tendencia. Sin embargo, sería injusto de hablar de sus películas como apología de la violencia o de ensañamiento con los personajes que pueblan su universo creativo. De este problema ya hemos hablado a raíz de Reservoir dogs.Como bien explica en la siguiente entrevista (PARTE 2) el director austriaco habla de cómo construye sus guiones. En ellos siempre se esmera en presentar tanto a buenos como malos en sus historias igualmente perfilados de tan manera que no se caigan en maniqueísmos. Es por esta razón que sus películas resultan tan sugerentes que suponen un sopetón al espectador.
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